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La protección de datos personales, esa desconocida
Artículo de opinión sobre la Ley Orgánica de Protección de Datos (LOPD) elaborado por Mediagest.
Cuando a una le hablan de la LEY ORGÁNICA DE PROTECCIÓN DE DATOS (LOPD), la verdad, lo primero que piensa es que: “ esto no va conmigo…esto es para las grandes empresas que sí están obligadas... si no tiene sentido… que puedo hacer yo con los datos de mis clientes…pff va, si encima para poder ponerme al día en esta historia, tengo que pagar a alguien un dineral y total “pa na”.
Leña al mono, que la AEPD se busque los cuartos entre los bancos, partidos políticos, grandes entidades, telefonía (que estos sí que se lo merecen, pesados de tíos) aseguradoras, clínicas (que ganan mucho)… pero a mí que tengo un comercio de electrodomésticos, con 4 empleados, o a mi amiga Rebeca que está ella sola en su mercería, no nos pueden obligar a hacer eso que llaman adaptación a la ley.
Puedo asegurar que si alguna de las lectoras de este artículo, cuando alguien le ha hablado de la LEY ORGÁNICA DE PROTECCIÓN DE DATOS, no ha dicho algo de lo descrito en el inicio de este escrito, es que es muy educada y efectivamente no lo ha dicho, pero… lo ha pensado.
Sinceramente tengo que decir que hasta que yo mismo comprobé, con ejemplos concretos, el daño que se puede hacer con un simple dato básico y personal mal utilizado, pensaba cosas parecidas. Y es cierto que estoy plenamente convencido de la gran importancia de este tema y de su transcendencia social, así como del valor que puede generar en cualquier actividad empresarial.
Esta Ley, ahora nuevamente revisada gracias a la Ley de Economía Sostenible, defiende un derecho fundamental de las personas, el derecho a nuestra intimidad y honor, así como el de nuestras familias, y hay pocas cosas más importantes que eso en nuestras vidas.
Por desgracia he visto como, personas con circunstancias privadas y personales que nadie debía conocer sin su consentimiento, debido a la falta de sensibilidad con respecto a esta ley de muchos empresarios y autónomos, y por no hacer las cosas como es debido, han visto como sus vidas cambiaban a peor y su intimidad se iba al “garete” sin remisión, dejándoles profundas heridas morales y económicas que desgraciadamente tenían poca o nula posibilidad de reparación.
Simplemente, el dato de un domicilio entregado incorrectamente a quien no se debía, puede provocar una hecatombe en la persona a quien pertenece el dato. Imaginen que sea una mujer maltratada que había conseguido ocultarse de su maltratador…
O que un niño con una minusvalía aparezca en una lista de personas con dicha incapacidad, sin el permiso de su familia…Que un trabajador vea que sus compañeros han terminado de conocer determinada enfermedad que puede llegar a sepultarle en vida…Que su cuenta corriente vaya de mano en mano sin saber quien me está cobrando que…
Esta Ley, no sólo sirve para que esas grandes empresas dejen de darnos la “brasa” a horas intempestivas, un día sí y otro también, sirve sobre todo para que yo, como persona, exija la protección de mis datos personales y por tanto empiece a trabajar sólo con empresas y profesionales que me garanticen un uso correcto de esos datos y para ello, en principio, deben estar adaptadas a la LOPD, porque esa es mi única garantía de que difícilmente se van a producir errores en la gestión de esos datos, o conculcar uno de mis derechos fundamentales.
Esta cultura se está generalizando entre la gente y desde luego cada vez más, tenemos cuidado de a quién dejamos nuestros datos. Además, por esta cultura que se va imponiendo, surgen más y más denuncias que terminan en sanción o como poco un apercibimiento de la Agencia Española De Protección De Datos, y si la sanción que puede ser de hasta 600.000 €, va a generar dolor a la empresaria, el susto que se lleva en cualquier caso es de órdago.
Creo que cualquier empresaria o autónoma, por sensibilidad y por un mínimo de compromiso social, debería replantearse su situación con respecto a la Ley de protección de datos y hacer el pequeñísimo esfuerzo que va a tener que realizar para implantar los procesos que en su reglamento se determinan. Y sobre todo, porque antes de ser empresaria, o profesional, o autónoma, eres persona y si no cumples con esta ley no cumples contigo misma y nunca podremos quejarnos como personas, ni exigir a otros, aquello que no queremos cumplir en nuestro propio negocio.